Manejo del agua, cambio climático y agricultura familiar
El agua ha sido el recurso fundamental para el desarrollo de las sociedades en el mundo, pues de ella dependieron las poblaciones para asegurar la producción agrícola y la ganadería, base de sus alimentos y factor determinante de la evolución de sus economías. En ese contexto, el riego y las diferentes formas de manejo y gestión de los recursos hídricos fue, probablemente, la fuente de las primeras revoluciones tecnológicas en torno a la agricultura, y cuna del desarrollo de conocimientos y experiencias, reproducidas y recreadas por generaciones.
Por ello, el manejo del agua para la agricultura no se limita a captar e incorporar este recurso al suelo y comprende; más bien, acuerdos locales, derechos, normas, infraestructura, recursos materiales y económicos, entre otros aspectos, que garanticen su acceso seguro; insustituible, en un escenario de menor disponibilidad, contaminación, mayor competencia y alta vulnerabilidad al cambio climático.
Al respecto, el documento “Agua, alimento para la tierra” (IICA, 2014), hace eco de los fenómenos más significativos que pueden resultar del cambio climático y de sus efectos sobre los productores de pequeña escala, la vocación de las tierras y la capacidad de las especies animales y vegetales para producir. Menciona, por ejemplo, las inundaciones, sequías, heladas, olas de calor, tormentas de granizo, variaciones en la intensidad y frecuencia de huracanes y equilibrio entre la temperatura y precipitaciones.
Paradójicamente, la agricultura, sobre todo la de gran extensión de terreno, inversión en tecnología de riego, producción comercial local o de agroexportación, y mano de obra contratada, también influye sobre el cambio climático por emitir “gases de invernadero” e impactar en el suelo, el recurso hídrico y la biodiversidad, alterando los ciclos del carbono y del agua, con lo cual contribuye al aumento de la temperatura atmosférica.
En ese contexto, la agricultura familiar, que por lo general se desarrolla en pequeñas áreas, con baja inversión en riego, con producción que combina el autoconsumo y la venta a mercados locales y trabajo familiar, resulta estratégica por su contribución al enriquecimiento de la tierra, a la captura de carbono, a la purificación y suministro del agua, a la regulación de plagas, al aumento de la polinización, a la gestión de riesgos y a la conservación de la agrobiodiversidad, entre otras funciones económicas, ambientales, sociales y culturales.
Sin embargo, la incidencia de eventos climáticos extremos, la carencia de tecnologías apropiadas para el manejo del agua y el acceso limitado a este recurso por parte de las familias, ocasionan pérdidas de cultivos, crianzas y activos en general; elevan la fragilidad de los sistemas productivos; condicionan los volúmenes de producción; incrementan los riesgos sanitarios, de higiene y nutrición; e influyen en el nivel de conflictividad entre actores, en detrimento del bienestar y la calidad de vida de los pobladores y territorios rurales.
Por ello, la gestión del conocimiento y el desarrollo de capacidades para promover el manejo integral del agua en la agricultura familiar, como sector estratégico, representa un desafío que viene concitando el mayor interés de las autoridades de gobierno, los líderes sociales, las organizaciones de productores y usuarios, las instituciones de investigación y las entidades de desarrollo, pues abre un espacio de intervención que requiere de la articulación y fortalecimiento de actores, mecanismos, bienes y servicios, hoy dispersos y con limitaciones de acceso y sostenibilidad.
Tecnologías “apropiadas” de manejo de agua en la agricultura familiar
Hablar de tecnologías de manejo de agua habitualmente nos remite a pensar en grandes extensiones de territorio con sistemas hidráulicos automatizados, equipos de cómputo que controlan los cabezales de riego, instrumentos de control y medición de humedad de suelos y cultivos, y profesionales altamente calificados, que despliegan sus conocimientos técnicos y científicos en el campo, en aras de mejorar la eficiencia de riego y lograr altos niveles de producción que aseguren la rentabilidad de la agricultura.
Sin embargo, desde la perspectiva y características de la agricultura familiar, lo mencionado resulta inaplicable, lo que no quiere decir que desde este tipo de agricultura no se hayan desarrollado tecnologías para enfrentar sus problemas de acceso y uso del agua. A estas tecnologías se les conoce como “apropiadas”, ya que se trata de técnicas, habilidades, saberes, conocimientos, construcciones, normas, formas de organización, hechas a la medida de las condiciones locales (económicas, sociales y ambientales), como resultado de pacientes experimentos ensayo-error.
El término “apropiadas” tiene una doble connotación. Por un lado, se refiere a tecnologías recuperadas, acomodadas, adaptadas o desarrolladas según determinada realidad y problemática y por otro, se refiere a su sentido de propiedad; de ser asumidas como propias, porque constituyen un legado de generaciones anteriores.
Así, es posible identificar tecnologías a nivel de finca y a nivel de territorio, que mejoran la eficiencia de riego en la parcela, optimizan el manejo (operación) de los sistemas hidráulicos colectivos, reducen la evapotranspiración del sistema suelo – planta, mejoran el afianzamiento hídrico mediante medidas de recarga que facilitan la infiltración en acuíferos, sub suelo y suelo, o mediante cosechas de agua y otras prácticas que mejoran o protegen la calidad del agua utilizada para consumo humano, para riego o para uso pecuario.
El éxito de estas tecnologías, depende del grado en que hayan sido incorporadas al saber hacer de las familias y de las organizaciones que las manejan, y en qué medida han plasmado la racionalidad de cada zona para responder a una necesidad, bajo un sentido de utilidad.
Por ejemplo, en el presente inventario, las tecnologías identificadas buscan dar respuesta a los problemas originados por los fenómenos climáticos y la necesidad de mitigar sus efectos sobre el recurso hídrico y la agricultura. Un grupo de ellas, inclusive, ha constituido medidas de resiliencia ante la variabilidad del clima, que a su vez incide en la mejora de la productividad agropecuaria.
No obstante, es necesario aclarar que no siempre una tecnología da respuesta a un único tipo de problema. Muchas veces, éstas permiten solucionar otras necesidades o representan importantes medidas para atender una gama mayor de problemas, aun cuando sus impulsores no siempre son conscientes de ello y de las respuestas posteriores que estas generaron.
Características y organización de las tecnologías inventariadas
Las tecnologías incorporadas en el inventario responden a los cinco criterios establecidos durante el proceso de identificación y selección:
I. Son tecnologías apropiadas a cada medio y contexto. Están ligadas mayormente a determinados casos reales donde los componentes físicos, sociales, culturales, económicos y hasta ambientales, se han sincronizado de tal forma que dan lugar a experiencias exitosas, en torno a las cuales existen evidencias plasmadas en diferentes documentos, videos y otros recursos que forman parte del repositorio.
II. Son tecnologías aplicadas a la agricultura familiar de pequeña escala; es decir, a las unidades de producción agrícola que se encuentran en condición de minifundio, o donde la actividad pecuaria (extensiva o semi extensiva), representa la principal fuente de capitalización.
III. Son tecnologías de bajo costo. Los costos de operación y mantenimiento son accesibles para la economía del lugar. De hecho, aun cuando la inversión inicial haya sido parte de un proyecto de desarrollo público o privado, se ha tenido en cuenta que estos no sean tan elevados como para perjudicar su sostenibilidad y replicabilidad.
IV. Son tecnologías de manejo integral del agua; es decir, que no solo abordan los aspectos referidos al flujo o volumen de agua, si no que muchas de ellas forman parte del manejo del territorio para el afianzamiento hídrico de la cuenca o para la regulación de determinados ecosistemas que permitan mejorar el ciclo hidrológico. En consecuencia, no se orientan necesariamente a la mejora sustantiva del riego en la parcela, sino que pueden ser parte de trabajos, producto de decisiones en el territorio, para asegurar, por ejemplo, la infiltración del agua y de esta manera garantizar la sostenibilidad de determinadas fuentes en favor de los usuarios.
V. Son tecnologías sostenibles pues han pasado la prueba del tiempo y se han asentado como buenas prácticas incorporadas en el sistema social y en los mecanismos y formas de producción y de manejo del territorio. Por ende, han quedado al margen del inventario muchas experiencias sobre prácticas que funcionaron muy bien durante la presencia de determinados proyectos; sin embargo, poco después fueron dejadas de lado por limitaciones económicas, pocas capacidades formadas, limitado empoderamiento y apropiación local, o porque formaron parte de propuestas asistencialistas.
Organizar este conjunto de tecnologías de acuerdo a una tipología, no ha sido una tarea fácil. De hecho, la organización ha podido realizarse de diferentes maneras en función al enfoque o criterios de análisis puestos sobre el tapete por las personas e instituciones que participaron en el proceso; más aún, tratándose de medidas apropiadas a cada medio, desarrolladas en torno a diferentes elementos físicos, culturales y socio ambientales.
Con el ánimo de facilitar la consulta del inventario, sin desmedro de la lógica que cada usuario podría darle a su contenido para propósitos específicos, se ha optado por organizar las tecnologías de acuerdo con el objetivo o finalidad inmediata que ha logrado su implementación, y según la ubicación de sus principales componentes físicos en el terreno.
Siguiendo estos lineamientos, en el inventario se visualizan tres tipos de tecnologías: a) tecnologías de recarga hídrica y cosecha de agua en el territorio, b) tecnologías de cosecha o aprovisionamiento de agua segura en la parcela o cerca de ella, y c) tecnologías de manejo de agua en la parcela.
Público objetivo
El inventario está dirigido a los técnicos promotores de campo de las entidades intermedias, públicas y privadas, que facilitan procesos de fortalecimiento institucional y organizacional o gestionan conocimiento y aprendizajes para promover la gestión integrada de los recursos hídricos en sus territorios, enfocados en garantizar la mayor seguridad hídrica y el uso eficiente y productivo del agua a nivel de las familias que se dedican a la actividad agrícola y/o pecuaria, mejorando la calidad de vida y la sostenibilidad del sistema de agricultura familiar, en condiciones de cambio climático.
Por lo tanto, las fichas descriptivas de cada tecnología y la organización del repositorio de evidencias y recursos que las acompañan, han sido preparadas a fin de que se constituyan en una herramienta útil, sencilla y práctica que ayude a los promotores a:
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Sensibilizar a diversas organizaciones e instituciones sobre las posibilidades y enfoques más adecuados para garantizar a la pequeña agricultura, el acceso seguro al agua en condiciones adecuadas de cantidad, calidad y oportunidad.
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Organizar eventos de difusión, capacitación e intercambio de conocimientos en torno a las tecnologías identificadas.
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Identificar otras tecnologías de origen local o con posibilidad de ser incorporadas a su ámbito de trabajo, apropiadas para el manejo eficiente y productivo del agua, con enfoque de adaptación al cambio climático y prevención de riesgos en sistemas agroproductivos familiares, individuales y colectivos, en secano o bajo riego.
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Gestionar proyectos de desarrollo e investigación técnica y científica para aumentar la adopción de estas tecnologías.
Consideraciones para el uso del inventario
Como se ha mencionado, el inventario es un instrumento de acceso público, dirigido preferentemente a los técnicos promotores del manejo del agua que trabajan con las familias rurales desde diferentes organizaciones y entidades públicas y privadas. Su uso apropiado, deberá ir acompañado de las siguientes consideraciones:
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Las tecnologías no son recetas que puedan ser trasladadas mecánicamente a otras zonas; aun cuando las condiciones sean muy parecidas a las zonas donde se han aplicado. Es importante considerar el contexto de cada realidad y conocer a profundidad cada tecnología.
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Las fichas que componen el inventario resumen las características generales de cada tecnología, lo esencial, los datos básicos como para que los técnicos reconozcan su utilidad y pertinencia, y optimicen la etapa inicial de búsqueda de alternativas, antes de adentrarse a una investigación mayor, que supone el uso de mayores recursos.
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La información contenida en las fichas descriptivas, se sustenta sobre todo en las fuentes secundarias, escritas o audiovisuales, a las que se tuvo acceso. En algunos casos, esta información se basa o se refuerza con datos proporcionados por expertos.
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Por lo anterior, las fichas exponen detalles que se sustentan en evidencias de acceso público y no representan un análisis o investigación sistematizada de las tecnologías. En consecuencia, muchas de ellas fueron descartadas por carecer de evidencia que las sustente.
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El inventario constituye un esfuerzo inicial susceptible de ser ampliado y mejorado con el concurso de las personas e instituciones socias y colaboradoras del proyecto IICA GIAAF. Al mismo tiempo, se espera que constituya una invitación a generar agendas de investigación y espacios de gestión de conocimiento en torno a estas y otras tecnologías.